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Channel: Napoleón – El ojo del tuerto
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Hoy es… 18 de Brumario

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Muy al hilo de las entradas de los días anteriores, hoy se conmemora la efeméride de un hecho trascendental para la Historia de Europa. El 9 de noviembre de 1799, 18 de Brumario del año VII según el calendario republicano francés, Napoleón Bonaparte daba un golpe de estado y se hacía con el poder en Francia.

Hasta entonces Francia había sufrido diez terribles años de inestabilidades políticas y sociales. A aquellos diez años se les conoce como la Revolución Francesa. Lejos quedaba ya el episodio del guillotinamiento de Luis XVI en 1793 a manos de los girondinos, o el Terror impuesto por Robespierre y sus jacobinos. Incluso parecían ya olvidados el golpe de Termidor y el consiguiente Terror Blanco que terminó con los jacobinos, dándoles de su propia medicina.

Durante todo este periodo, una Francia acosada en el exterior por sus enemigos, y agobiada en el interior por la carestía y los conflictos políticos trataba de alcanzar una estabilidad política que le permitiera afrontar sus problemas, pero sólo conseguía alzar al poder a diferentes líderes más o menos exaltados que convirtieron a la Revolución en un baño de sangre. En 1795, parecía que el nuevo Directorio, más moderado, podría finalmente imponer el orden social, pero no fue así.

El primer gran problema con el que se enfrentó el nuevo Directorio fue la marcha de realistas sobre París. Los partidario de la monarquía borbónica pretendían llegar hasta la sede de la Convención en el palacio de las Tullerías, pero se encontraron por el camino con el joven general Napoleón Bonaparte, que reprimió esta protesta con fusiles y artillería, provocando una masacre. Después de este gran éxito, el Directorio concedió a Napoleón el mando sobre el ejército de Italia.

Napoleón no sólo alcanzó grandes conquistas en Italia, sino que se labró una fama de General competente y el cariño de sus soldados. Expulsó a Austria del norte de Italia y sometió a los Estados Papales, llegando a firmar un importante tratado de paz en Campo Formio muy ventajoso para Francia y que supuso el final de la Primera Coalición de potencias europeas creada para aplastar a la Francia revolucionaria.

Tras su éxito en Italia, Napoleón se embarcó en una ambiciosa expedición que cortara las comunicaciones inglesas con sus colonias de Asia, y para ello invadió Egipto, tomando Alejandría y El Cairo e incluso adentrándose en Oriente Medio. La expedición, que en términos militares fue un fracaso y supuso la pérdida de todo un ejército, resultó en un éxito científico sin precedentes que Bonaparte supo rentabilizar políticamente para vender todo aquel fiasco como una gran hazaña. Lo cierto es que, perseguido por la flota inglesa, Napoleón abandonó a su ejército en El Cairo y regresó a Francia casi podría decirse que a hurtadillas. Corría el año de 1799, séptimo año del calendario revolucionario.

Para entonces, el Directorio se encontraba impotente para solucionar los problemas del país. De hecho, el mismo Directorio había llegado a convertirse en parte de los problemas del país. Dirigido por personajes corruptos e incompetentes, el gobierno francés se hallaba de nuevo ante una coalición de países europeos que pretendía derribar a la República. El pueblo ya no apoyaba a sus gobernantes, y Napoleón vio la oportunidad perfecta cuando dos de los directores, Emmanuel Sieyès y Roger Ducos le propusieron derrocar al Directorio, secuestrar al Consejo de Ancianos y alzarse ellos mismos al poder.

Lo que no vieron estas preclaras mentes políticas era la ambición desmedida que crecía dentro del pequeño cuerpo de Napoleón Bonaparte. Napoleón sabía perfectamente que contaba con el apoyo del ejército, y que el pueblo estaría deseando contar con un líder que garantizara la paz social y la seguridad de las fronteras del país. En comparación, Sieyès y Ducos no eran nada. Cuando finalmente se materializó el golpe de estado, el 9 de noviembre de 1799, los tres ideólogos del golpe fueron proclamados Cónsules de la República por la secuestrada cámara legislativa, pero gobernarían por orden alfabético. El primero de la lista era, evidentemente, Napoleón Bonaparte.

Sieyès y Ducos nunca llegaron a ejercer como cónsules. Napoleón tomó las riendas del estado francés y durante los siguientes cinco años efectuó las más importantes reformas realizadas hasta entonces en la República; las reformas que de verdad iban a articular un estado moderno. Suyos son el Código Civil (conocido aún hoy como Código Napoleónico), el Código de Comercio, la creación del Banco de Francia, la Educación Superior, etcétera.

Pero tan importante como estas reformas, o incluso más, fue el hecho de que Napoleón Bonaparte se hizo aquel 9 de noviembre con el gobierno del país más poderoso de Europa, y que a pesar de los esfuerzos del resto de las potencias europeas, cinco años más tarde se convertiría en Emperador del Primer Imperio Francés, cuyo poderío político dominaría el continente durante diez años de interminables guerras.

(Imágenes: Wikimedia Commons)


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